Por Ricardo Morales Morales:
Un Media Legua en el Puerto Santa María//
Domingo 13 de noviembre de 2011, escribo mi primera y espero que no última, crónica atlética. No soy mucho de hacer estos diarios, pero creo que la ocasión la merece (llevo un tiempo trabajando en Cádiz y por esto estoy corriendo las carreras populares de la provincia). Eran las 8:30 de la mañana cuando quedé con uno de mis compañeros entrenamiento y “fatiga” gaditanos (el otro es nuestro incomparable Rafa Toledo) para salir hacia Sanlúcar de Barrameda. Me disponía a correr mi primera carrera 10000 aquí en la provincia y si os digo la verdad, las sensaciones eran diferentes, bueno, más que diferentes, raras. Llegamos allí, cogimos nuestro dorsal y aquí encontré la primera novedad: como me apunté como C.D. Media Legua Baena, cuando fui a recoger el dorsal en el “paquete” de dorsales correspondientes a los clubes, el único inscrito lógicamente, era yo, cosa que me resultó bastante impactante al estar acostumbrado a ir a correr con muchísimos compañeros de batallas baenenses.
Después, en la salida, no conocía a nadie y algunos me miraban con cara rara en plan: ¿y este de dónde ha salido? ¿y esa equipación de que club es?¿a ver si va a ser una bala y no hay quién lo siga? (estando muy equivocados como podréis suponer por esta última duda).
¡¡Comienza la carrera!! Los primeros kilómetros se amenizaron bastante ya que algún que otro corredor decía de vez en cuando los comentarios típicos del inicio carrera. Eso sí, eran algo distintos a los nuestros, tipo: ¡¡quillooo, no corráis tanto que no ze van a acabar los langostino¡¡ !!Como zigamo recto y no demos la curva nos metemos en la playa¡¡ comentarios que por otra parte me hacían muchísima gracia pero por suerte no me hicieron perder el aliento.
Sobre el kilómetro 6-7 sucedió también algo digno de contar ya que noté un pequeño cambio del “olor a aceite” de nuestra carrera de 2 Leguas por un perfume algo más avinagrado: ¡¡pasamos por una Bodega de Vino!! Por un momento pensé que estaba inspirando más cantidad de vino que de oxígeno, pero lo bueno de eso es que por un rato se me fue la mente a otras situaciones más festivas propias del septiembre baenense.
Pasado esto, en los últimos kilómetros aguanté como pude el ritmo de un compañero del Club de Chiclana al que me agregué a mitad de carrera y con el que esprinté al final como si de la final olímpica se tratara para adelantarlo en los últimos metros y dejar en mejor papel el nombre de nuestro club. El crono, finalmente, se paró en 38:43 que no está nada mal para mí, sin embargo, he de añadir que a ese tiempo contribuyó que la carrera no estuviera cerrada, con lo que en algunos tramos algún coche de la localidad nos iba “dando” con la matrícula en el “culete” lo cual aceleraba mi ritmo considerablemente (esto es una sugerencia para el futuro dirigida a los organizadores: cortad el tráfico en el transcurso de la carrera sería muy recomendable)
Contento con mi actuación y la carrera en general (organización, desarrollo, ambiente…) me dispuse a regresar al Puerto de Santa María sacando las siguientes conclusiones:
– Me faltaron Medias Leguas a los que desear suerte en la salida.
– Visto lo visto, seguiré defendiendo el nombre de nuestro club por tierras gaditanas ya que la experiencia, aunque solitaria, ha sido muy positiva.
– Prefiero el salmorejo y el virgen extra a la manzanilla y el pescaito frito (aunque estos últimos no están nada mal, os lo aseguro).
Sin nada más que decir y contar por ahora, nos vemos por las pistas. Continuará…
Ricardo.