VIVENCIAS DE UNOS MEDIAS LEGUAS MARATONIANOS:
Por Ricardo Morales y Rafael Toledo:
RICARDO MORALES
Y… ¡¡llegó el gran día!!
Era la tarde del viernes cuando, nada más llegar a Sevilla, nos dispusimos a ir al Estadio de la Cartuja. Cuanto más nos acercábamos al mismo más se subían las pulsaciones (y eso que íbamos en coche) al ver las marcas en el asfalto de la carrera, las pancartas de publicidad y el ambiente de alrededores.
Aparcamos el coche y nada más bajarnos ya me apetecía correr pero decía: “tranquilo Ricardo que ya tendrás tiempo el domingo”. Fuimos entonces a buscar la bolsa. Eran unas sensaciones raras pero a la vez bonitas. Por fin estaba allí. En la fila. Para recoger mi dorsal…¡¡y qué dorsal!!. Si os digo la verdad, la bolsa era lo menos, lo importante es que ya teníamos el “numerito” oficial que te acredita que puedes correr la Maratón. Perdón, corrijo lo anterior: MI PRIMERA MARATÓN.
Dimos unas vueltas por la feria del corredor y nos fuimos cada uno para su “hotel de concentración” del cual, tal y como habíamos releído mil veces, no salimos en todo el sábado, vaya a ser que nos cansáramos para el domingo.
Son las 6:45 horas del domingo 19 de febrero. Suena el despertador, aunque ya llevaba despierto desde las 6:00. Ha llegado la hora, el gran día, nuestro momento. Desayunamos fuerte y nos dispusimos a ir al ESTADIO OLÍMPICO DE LA CARTUJA (el nombre ya por sí sólo impone bastante). El hecho de llevar puesto el dorsal en la camiseta negra del club desde casa era reflejo de la ilusión con la que afrontaba la prueba.
Al llegar al estadio aparcamos y tras un par de vueltas de “calentamiento” forzoso al estadio buscando la entrada conseguimos encontrar el túnel de acceso. Ya estábamos allí. Nervios, incertidumbre, ilusión, ganas, fuerza, coraje, entusiasmo y alegría son algunas de las sensaciones que en ese momento tenía.
Nos ponemos en la salida. Ya no hay vuelta atrás. Estábamos allí y daba igual ponernos en primera fila cuando nos esperaban por delante 42.105 metros. Nos deseamos suerte entre todos. Fue algo especial lo que se sentía en esos abrazos y saludos complacientes porque todos sabíamos lo que habíamos luchado, sudado y sufrido para ponernos en esa línea de salida.
¡¡Puuuummmm! Suena el pistoletazo de salida. Rafa se coloca cerca de su globo junto con nuestro compañero de batallas (el sevillano Manolo Navarro) y yo con mi inseparable compañero, amigo y hermano maratoniano (desde este día) Pelagio Jr.
Primeros kilómetros. Quizás el momento de la carrera donde llevas las pulsaciones más altas. La excitación del momento te hace estar muy por encima de un ritmo cardíaco normal y la marabunta de gente te lleva prácticamente levitando, pero tu cabeza te dice: “quieto y ponte a ritmo, que la carrera es larga y después pagas los sobreesfuerzos”. Los primeros 10 kilómetros pasan como si nada aunque la prudencia en ocasiones jugaba una mala pasada y pensabas: “¿me habré atado bien las zapatillas?” “Uff, ¿y este pinchazo en el muslo? Ah noooo, que son los geles.” “!!Vamos Pelagio¡¡ lo conseguiremos”
Kilómetro del 10 al 20. Primeros geles. Las piernas aunque en perfectas condiciones empiezan a entrar en calor. Vemos algunos Medias Leguas entre la gente animando lo cual a mi particularmente me daba más alas y energía que cualquier bebida isotónica. Muchas gracias a todos los que estuvisteis allí dándonos vuestro soplo de aliento en cada kilómetro.
Kilómetro del 20 al 30. Cada vez hablamos menos pero el estado de forma increíble de Pelagio Jr. le permite seguir como si nada. Era impresionante. Íbamos muy entretenidos y si no llega a ser por él y seguro que él por mí, no se si hubiéramos hecho ese tiempo. Volvemos a ver a nuestros compañeros animando: “¡¡Vamos Ricardo!!””¡¡Vamos Pelagio!!””¡¡Seguid campeones!!” y nosotros seguimos. Kilómetro a kilómetro. Avanzando. Corriendo. Disfrutando.
Kilómetro del 30 al 36. El famoso muro. No sabemos si es por la preparación, porque estábamos muy concienciados de que iba a llegar o porque lo estábamos esperando con los brazos abiertos para vencerle, pero el famoso muro se “asustó” y no apareció. Es más en este punto donde la gente empezó a andar, a aflojar el ritmo, a necesitar atención médica, Pelagio y yo, como dos masocas, subimos el ritmo a 4:50. La sensación fue increíble ya que nos animábamos mutuamente y pasábamos corredores y más corredores. Pero ese no era el objetivo (el de pasar corredores me refiero) sino el de intentar disfrutar al máximo, y vaya si lo conseguimos. Disfrutamos sufriendo, y esto sólo lo puede entender un corredor y en el caso que nos compete, un media legua.
Kilómetro 36 al 41. La familia. Creí que en este ritmo 4:50 estaba mi límite pero en el kilómetro 36 pasó algo que cambió mi metabolismo como por arte de magia: mis amigos, mi gente, mi familia, mi novia….estaban allí, con una pancarta animándonos hasta dejarse la garganta. Sin tocarme físicamente, me empujaron y me dieron ese puntito de energía que faltaba. Iba a 4:35 durante los siguientes 5 kilómetros. No me preguntéis cómo, pero puse la mente en blanco y tiraba de piernas, y pensaba en ellos, en las horas de entrenamiento, en lo que me había costado llegar a ese kilómetro 37, y volvía a pensar en ellos…¡¡Vamos Ricardo!! Me decía a mi mismo. Pelagio aguantó como un jabato, ¡¡Es un máquina¡¡ pero decidió bajar algo más el ritmo para llegar más cómodo. Fueron de los momentos más impresionantes de la carrera, de esos que se me quedarán grabados a fuego. Indescriptibles, de los que sólo sabéis a lo que me refiero los que hayáis corrido la carrera.
Kilómetro 41 al 42,195. Ahí está el estadio. Lo veo al fondo y tiro con todas mis fuerzas. Empujo con todo lo que me queda dentro. Lo doy todo. El estadio nos espera. Muy emocionado veo la rampa de entrada. Me siento como si fuera un campeón olímpico y en cierto modo para mí, lo era. Entro y cuando piso la pista de atletismo, miro a la izquierda: ¡¡madre mía la de gente que hay!! Disfruto esos 300 metros sin importar el tiempo. ¡¡Qué momento!! Los míos están ahí animándome, en la grada, siendo esto tan emocionante como la satisfacción que me supuso cruzar esa línea de meta que no era una llegada cualquiera: era la META DE ESA CARRERA que todo corredor empieza en el momento en el que se pone sus primeras zapatillas para correr.
Ya está hecho. Te sientes realizado completamente al lograr un objetivo que no todo el mundo se atreve a hacer aunque eso sí, todos podemos alcanzar. A partir de este momento habrá que ir pensando en otros menesteres. De momento sé que aquí no está mi límite.
RAFA TOLEDO
Mi compañero de entrenamiento y fatigas, en el Puerto Santa Maria, Ricardo, me pide que escriba mis sensaciones de la carrera.
Quiero comenzar con las palabras de nuestro amigo Roge:
“Bienvenidos a la catarsis del maratón…” Que según la Real Academia Española significa Purificación, liberación o transformación interior suscitados por una experiencia vital profunda.
Para no extenderme mucho, todas las vivencias antes de la carrera, incertidumbres, miedos, ganas e ilusiones coinciden con las de Ricardo. Muchos de estos momentos los vivimos juntos, por supuesto insisto, antes de la carrera….. también en entrenamientos. Ahí también estaban en las tiradas largas en Baena, Pablo López, Pelagio (padre) y Rafael Pérez.
Después de esos abrazos de la despedida del “luchador” antes de la batalla, comienza la carrera con mi compañero y amigo maratoniano Manuel Navarro. Vamos juntos hasta el km 23, me dice que siga yo a mi ritmo (está realizando la carrera como un autopremio, ya que está operado de la clavícula hace un mes; su intención es terminarla y la termina como un campeón. El ya tiene buenos tiempos en la maratón). Gracias de corazón por esos 23 kms.
Estos primeros kms han estado llenos de inyecciones de moral por parte de mis “seguidores”, tengo que nombrarlos a todos (Julia Santaella, Ana Santaella, Luis Jimenez, Antonio Toledo, Mª Carmen Muñoz, Javier Rojano, Begoña Baena y por supuesto mis dos incondicionales hijas Julia y Ana). No sé como lo conseguían pero no os puedo decir en cuantos sitios vieron la carrera, conmovedor.
La última vez que los veo antes de la meta es en el km 30. Aquí comienza mi verdadera carrera; continúo a mi ritmo programado y me tomo mi último gel, ya comienzan las primeras lágrimas de emoción pensando que puedo terminar después del último aliento de los mios.
Llego al 36 y el muro no aparece ¡¡¡¡¡Voy bien¡¡¡¡¡ Vamos…Vamos….Vamos… esto está hecho¡¡¡ me repito y subo el ritmo para ponerme a 5:05 el km. Voy en una nube pasando gente, pero en el km 37,5 de repente no “voy”; recapacito y vuelvo a mi ritmo de 5:40 para llegar bien a meta. Le he visto el flequillo al “tío del mazo” ese que como te pases te dá y bien.
Sobre el 38 (no recuerdo bien) veo a Polo que va andando, me sorprende muchísimo. Le doy todos los ánimos que puedo pero él lo tiene claro, iba para un tiempazo pero esta vez no puede ser. Pero con toda la humildad llega hasta la meta para consagrarse como maratoniano; está claro que en ésta habrá sacado conclusiones y la próxima la hará de escándalo. ¡Animo¡
Ya solo me quedan los últimos kilómetros; siempre me habían dicho que los más largos y penosos. Mi experiencia, aunque muy duros, disfrutándolos a tope. Voy pasando muchísima gente andando y yo pensando “voy corriendo, no he parado, va todo bien ¡¡vamos..vamos..vamos¡¡¡. Veo el Estadio, ya las emociones son indescriptibles… Entro en el estadio, en la bajada del túnel la felicidad completa (y alguna lagrimilla…que leches… llorando). Y mi mayor sorpresa en la curva de meta aparece mi hija Ana para correr conmigo, (la mayor no ha querido; las dos ya sería demasiado completo). La recta de meta, me la reservo para mi y para mi mujer que me ha aguantado durante cuatro años corriendo hasta que ha llegado el momento de la maratón. ¡¡¡¡CONSEGUIDO¡¡¡¡
Y no me iba a extender, pero para terminar quiero poneros (yo sé que él me lo permite) parte de la carta que me escribió mi cuñado Jose Santaella antes de la maratón como un “gel” ayuda. Esta parte de la carta quiero que os sirva a todos los que váis a correr la Maratón de Roma y sobre todo a los debutantes. Disfrutad de cada momento del entrenamiento y de la carrera.
“…………Y en verdad así es, busca en tu interior, conócete a ti mismo y dalo todo y llegará el éxito, ten cabeza, se frío, calculador pero sobre todo una cosa, disfruta la carrera que será una experiencia única de esfuerzo, de test a ti mismo, de entrega, de darlo todo y de cuando lleguen esos momentos difíciles que como te decía….que llegarán, poner boca arriba tus cartas y jugarlas, no se trata tanto de decir conseguí terminar en tanto tiempo, es como me decía mi amigo italiano el del Sparthalon, todos los que terminan ganan y sin duda es así, quizá sea la medalla que mas orgulloso puedas enseñar ante una visita en tu casa pero no es la importante, sin duda es una mas en tu vida que cuando mires hacia atrás puedas decir lo conseguí, como cuando terminas los estudios universitarios, como cuando eres padre por primera vez, cuando eres padre por segunda vez, como cuando te enamoras para toda la vida, como cuando terminaste el maratón de Sevilla, son momentos únicos que marcan tu vida y no se olvidan jamás
Animo y demuestra que entrenaste bien, corres como entrenas sin duda, se fuerte y luchador que sin duda se que lo eres, Rafa corre, corre, corre y disfruta. Yo siempre me digo apretando los dientes como lema ante la vida y sus adversidades: VAMOS, VAMOS, VAMOS… espero que te sirva durante la carrera porque tendrás tiempo para pensar en miles de cosas, saca siempre lo positivo. Te llamo el domingo para que me cuentes, buena suerte y saludos……”
ANIMO A TODOS PARA LA MARATON DE ROMA… SUERTE.
Ricardo Morales y Rafa Toledo Maratonianos del Club Media Legua Baena